miércoles, 11 de noviembre de 2015

CARTA A UN MÚSICO


La música no tiene un origen específico, lo único que sé, es que es capaz de transmitir lo que otro no puede reflejar en medio de su asfixia. La asfixia donde los sentimientos se atragantan en tu garganta mientras necesitas desatar un nudo que se adueña de tu garganta. Llora, abraza las melodías llenas de sentimientos, y desata los miedos y libera tensiones jamás desarmadas. 
Casi siempre nadie suele entender el porqué tanto apasionamiento a esta arte tan usual, tan mail aprovechada, y que hoy en día es considerada como la forma más poderosa para generar capital, pero, a pesar de eso me ha salvado. 
Soy una apasionada por la música. Soy un músico frustrado, e intento satisfacer mi necesidad de estar cerca de la música. Una prueba de sonido es suficiente para mí, suficiente como para imaginarme que algún día estuve cantando y tocando un instrumento. 
Si alguien entiende la magnitud de mi pasión, es porque debe de tener una frustración escondida. La diferencia es que, nunca la voy a esconder porque mis sentimientos hacia al arte es tan frustrante y tan magno como la inmensidad del universo. No cabe aquí. No cabe en ningún lugar. Tampoco cabe en la galaxia porque, como dije anteriormente; no cabe en ningún lugar del mundo. Por eso mi piel se eriza cuando escucho cantar a una persona con el talento y los sentimientos. Por eso compro una entrada para ver lo que no pude, no podré hacer. 
Mis ganas de ser músico es como querer bailar ballet y que ninguna zapatilla te quede a tu medida. Es como pintar y no tener pinceles. Es definitivamente como querer cantar y no tener el coraje porque para hacer arte, se debe tener valentía y el suficiente amor para explotar el talento. 
Más allá del talento, es mantener la disciplina y hacer que se vuelva tu vicio. Más allá de eso es seguir caminando con los pies descalzos con las agallas rotas y en carne viva sabiendo que será largo pero la victoria es casi segura dependiendo de la fuerza de ese músico. Por eso, mi querido músico, si realmente deseas este camino; ve descalzo, que si te arden los pies, devolverte para curarte es una perdida de tiempo. 
Si tuviera el talento y la dedicación que le has dado a tu vocación -si es que lo es-, créeme que estaría descalza llorando pero sin parar para llegar rápido y hacerle saber al mundo que yo también siento y que vengo a curarle el alma de las penas, de las tristezas pero que también daría sonrisas, así como tú alguna vez me las has dado y me has consolado sin saber. 
Por eso, nunca podría dejar de oír música. Nunca, porque es el motor de mis sentidos. No puedo no enamorarme de la música que hacen a diario. Pero, de la que hacen con amor. La música es el vacío que otros no llenan. La música es sinónimo de plenitud después de hacer sacrificios.
Nadie puede prohibirme el sentir de la música. Nadie. Vivo frustrada de no poder cantar lo que lloro y lo que siento, pero vivo feliz que otros cerca de mi puedan hacerlo por mí. El pleonasmo de la música habita en el sonido que transporta el viento.
Las hojas en el aire son música, la voz de mi madre es música, el latido del corazón es música. La música habita en mi alrededor.
Pero si algún día, decido renunciar a este oficio, es porque me ha hecho sufrir lo suficiente como para llorarla todas las noches. Es amor y odio cuando lloro y escucho música. Quiero detenerla pero mi interior grita música. Solloza a gritos pidiéndome que escuche tus canciones.
Así que, por favor, nunca dejes de hacer música. No te rindas porque, estas cubriéndole los miedos, las ganas, las frustraciones, el odio, el amor, la pena; a cualquier persona que desearía explotar el sonido de su voz de forma melodiosa. Cuando no quieras saber más nada de ella, acuérdate que la música es la mejor medicina para cualquier mal. 
Porque, aquí, en esta carta a un músico; hay lágrimas de una frustrada que intenta vivir de y para la música. Soy una servidora de la música de alguna forma, pero más allá, una amante del arte que añora y valora los sacrificios y demás obstáculos rotos por el mismo músico. 

Recuerda, no renuncies, sé humano, sé músico. Entiéndete para que nos entiendas. 

Atentamente,
Una músico frustrada, pero con mucho amor para los que son músicos y han querido renunciar. ¡A hacer música! Y ¡Qué viva la música!