viernes, 19 de septiembre de 2014

¡AY TOÑITA!

¡AY TOÑITA!



Antonia, cara de santa pero mente-de-mente, paseaba todos los días en el vecindario Las Flores, ¡ah, qué casualidad que todos los chicos le tiraban flores! y esta cabrona nada de nada, ni un pirulí. Francisco, su novio a lo 60’s, pinta educado, con buenas intenciones, pero cada que se pasa de alcohol; se vuelve otro (¡Ay san pacho encuero!, como diría mi abuela). No, no mejor vayan usando su doble sentido porque aquí lo que viene es puro cuento, y si no es de los que lee estas porquerías, mejor deje de leer.
Antonia, como buena cabrona y a la vez ‘santa’, decidió cortarle a Francisco, porque ella estaba aburrida de que fuera tan aburrido, sin aventuras, sin nada. Ella dice que se lo ha visto un par de veces, que lo tiene en tamaño Small, y eso no le queda bien para lo sexy que es al caminar, hablar y otros asuntos demás. De paso aprovecha su soltería y noche a noche, su rutina eran las disco, de ahí empezó a reprobar todo en la escuela, sus papás la castigaban, pero no sabía ser juiciosa; se escapaba tanto, que ya era una experta con título en ello. Un día mientras bailaba muy sensual Pole Dance en la disco, se le acerca un joven con estatura aproximadamente 1,90 metros, y la agarra por el brazo de manera sutil, y la jala hasta la puerta, ella con una cara de ‘ay’ muy pícara hasta que él le dice: “tanta belleza no debería ser expuesta, eso es ilegal, y más que seas una teen apenas”, con mucha frustración ella le responde: “hijo de puta, dejadme la vida en paz, vale?”. Él mientras escuchaba esa histeria, se queda callado y se acerca y se acerca aún más hasta besarla muy salvaje para callarla. De ahí, quedó enamorada, y así; iba todos los días tratando de encontrarlo con más objeción, y lo lograba.
Un día Darío, y Antonia se fueron juntos para la casa de él, charlaron y charlaron hasta beber vino, de lo ebrios que estaban; se excitaron, se tocaron muchísimo, y no bastó la caricia que él a paso lento hacía; inicia desde el talón de ella hasta la gloria, una gloria que sólo uno pudo hacerlo, pero él prometió que de ahí sería el segundo y nada más. ¿Entienden por qué los hombres aburren mucho? Es que se fijan en estupideces y no en gozar las oportunidades.

Antonia no se acuerda de absolutamente nada, ni siquiera de haber puesto la llave en su gloria, pero si se acuerda de haberse enamorado. Darío no vuelve más nunca, y ella se frustra; se vuelve muy sádica, seca, brusca, y lesbiana. ¿Quién carajos les dijo a las mujeres que después de una ruptura amorosa con hombres se vuelven lesbianas?, lo cierto es que a partir de eso fue más feliz de experimentar muchos cuerpos de la misma onda.
Luego de un par de años, Darío vuelve porque después de tocar tantos cuerpos, sólo el de Antonia pudo gozar, nunca olvidar, y amar, por eso, vuelve a la discoteca en donde sucedió el primer contacto visual, corporal y hasta en boca de insultos, aunque no la encuentra; la llora. Quedo ebrio en la disco y dormido, (pero que bonita casualidad, he tratado de arreglar el encuentro y no me surge la idea de unirlos, y sé que ustedes me están mentando la madre), y así,van pasando los días y él la espera con esperanzas. Hasta que ella, sola, sin nadie, con un trago deja sus amores de travesura en la disco, pero no se ha fijado mucho quienes están a su alrededor. Darío estando en la misma disco, tomando vodka de vainilla, observa a todo un público que espera quien baila en ese tubo parado en todo el frente y de repente mira con esos mismos ojos en que la miro el primer día, con esas mismas ganas que se tuvieron, y de paso grita: ¡AY TOÑITA! Y ella voltea respondiendo el llamado, hasta que los dos se van acercando a paso promedio; ella le grita de nuevo como la primera vez: Hijo de puta, dejadme la vida en paz, vale?” y él la besa y al terminar le dice: te he esperado mucho, mi Toñita, mi pelirroja, a ti es la única que te he podido ver en otros ojos, y agarrarte con ganas y queriéndote mucho para el resto de mi vida….
Se largan, a tocarse de nuevo.



-FIN-

miércoles, 23 de abril de 2014

Azulado

                                                                                                                     
AZULADO



Por: Erika Nigrinis, Colombia.

Había una vez una niña con ojos azules. A veces uno se lamenta por no nacer con ojos de colores y no comunes, pero no nos damos cuenta que hay visiones ambiguas y poco sensacionales que nos lleven a la profundidad del ser, y más allá de lo que es. De vez en cuando ella chilla, no sabe que decir con palabras, pero al mirarla sus ojos lo dicen todo: inocencia robada.

'Ojos azules' pasea siempre en la bicicleta en medio del bosque campero. Siempre espera que el atardecer luzca hermoso para fijarse de lo natural que es la vida. Ella no conoce la vida ciudadana. No. Nosotros queriendo ser de la sociedad consumista y con lágrimas de cocodrilos por nada. Ella llora porque a veces no tiene un pan con qué comer, trabaja para contribuir a los deberes de padre y madre, pero las situaciones son difíciles; hay que acoplarse y buscar soluciones.

La niña busca rosas, pero esas ramas nacieron con espinas. Ella no sabía qué hacer cada que se cortaba, aunque se lamentaba con un “¡ay, Dios mío!” sigue cultivando pétalos rojos que endulzan su sangre a momentos y tira los pétalos al río, para matar el tiempo. Robaba manzanas de los árboles, y los comía sin que la bruja apareciera y trepaba los ramos para hablar con pájaros y cantarse.

Érase un año donde llegó responsabilidad e hizo que ojos azules se transformara en mujer. Nadie sabía su nombre cuando llegó a la ciudad, ninguno había visto una piel tan blanca, cuerpo sutil, y una mirada que exhalaban ganas. Ella al atravesar esas largas calles, hacía que los semáforos que estaban en verde fuesen rojos al instante, habían mujeres que cacheteaban a sus novios por sólo mirar a ojos azules, otras la envidiaban y le tiraban unos cuantos “bullying” para subestimarla, y otras que lloraban con pataletas por no tener esa belleza exótica.

Y un día llegó un chico que probablemente se había robado su atención, su mirada no dejaban de espabilar de los nervios que ojos azules tenía al verlo. Él le preguntó: ¿Eres de mí?, ella no entendió y respondió: ¿Cómo que soy de ti? ¿Alguna vez he pertenecido a tu destino?, el chico no respondió, la dejó con un beso en la mejilla y ella cerró los ojos con una alegoría de sensaciones extrañas.

Todos los días se encontraban sin querer. Ella siempre que pensaba en él, él llegaba de causalidad; la casualidad no existe, todo tiene una causa, y probablemente su destino sea él. Se enamoraron, se soñaron e hicieron porquerías de gente cursi hasta que un día el chico decidió irse un instante dejándole una nota con lo siguiente: “Querida Ojos Azules, me encantan tus ojos azulados, y querré siempre estar a-su-lado, cuando llegue ya tu nombre me habré tatuado”.  Ojos azules a leer eso lloró, pero de amor al saber que los ojos de él ven más allá de aquellos ojos azules.

Venga, que usted será el que pondrá el fin a su modo.

-FIN -

Cuento realizado para la revista Antologías Internacional de Argentina. 
Derechos de autor, 2013.