AZULADO
Por: Erika Nigrinis, Colombia.
Había una vez una niña con ojos
azules. A veces uno se lamenta por no nacer con ojos de colores y no comunes,
pero no nos damos cuenta que hay visiones ambiguas y poco sensacionales que nos
lleven a la profundidad del ser, y más allá de lo que es. De vez en cuando ella
chilla, no sabe que decir con palabras, pero al mirarla sus ojos lo dicen todo:
inocencia robada.
'Ojos azules' pasea siempre en la
bicicleta en medio del bosque campero. Siempre espera que el atardecer luzca
hermoso para fijarse de lo natural que es la vida. Ella no conoce la vida
ciudadana. No. Nosotros queriendo ser de la sociedad consumista y con
lágrimas de cocodrilos por nada. Ella llora porque a veces no tiene un pan con
qué comer, trabaja para contribuir a los deberes de padre y madre, pero las
situaciones son difíciles; hay que acoplarse y buscar soluciones.
La niña busca rosas, pero esas
ramas nacieron con espinas. Ella no sabía qué hacer cada que se cortaba, aunque
se lamentaba con un “¡ay, Dios mío!” sigue cultivando pétalos rojos que
endulzan su sangre a momentos y tira los pétalos al río, para matar el tiempo. Robaba
manzanas de los árboles, y los comía sin que la bruja apareciera y trepaba los
ramos para hablar con pájaros y cantarse.
Érase un año donde llegó
responsabilidad e hizo que ojos azules se transformara en mujer. Nadie sabía su
nombre cuando llegó a la ciudad, ninguno había visto una piel tan blanca,
cuerpo sutil, y una mirada que exhalaban ganas. Ella al atravesar esas largas
calles, hacía que los semáforos que estaban en verde fuesen rojos al instante,
habían mujeres que cacheteaban a sus novios por sólo mirar a ojos azules, otras
la envidiaban y le tiraban unos cuantos “bullying” para subestimarla, y otras
que lloraban con pataletas por no tener esa belleza exótica.
Y un día llegó un chico que
probablemente se había robado su atención, su mirada no dejaban de espabilar de
los nervios que ojos azules tenía al verlo. Él le preguntó: ¿Eres de mí?, ella
no entendió y respondió: ¿Cómo que soy de ti? ¿Alguna vez he pertenecido a tu
destino?, el chico no respondió, la dejó con un beso en la mejilla y ella cerró
los ojos con una alegoría de sensaciones extrañas.
Todos los días se encontraban sin
querer. Ella siempre que pensaba en él, él llegaba de causalidad; la casualidad
no existe, todo tiene una causa, y probablemente su destino sea él. Se
enamoraron, se soñaron e hicieron porquerías de gente cursi hasta que un día el
chico decidió irse un instante dejándole una nota con lo siguiente: “Querida
Ojos Azules, me encantan tus ojos azulados, y querré siempre estar a-su-lado,
cuando llegue ya tu nombre me habré tatuado”. Ojos azules a leer eso lloró, pero de amor al
saber que los ojos de él ven más allá de aquellos ojos azules.
Venga, que usted será el que
pondrá el fin a su modo.
-FIN -
Cuento realizado para la revista Antologías Internacional de Argentina.
Derechos de autor, 2013.
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