miércoles, 23 de abril de 2014

Azulado

                                                                                                                     
AZULADO



Por: Erika Nigrinis, Colombia.

Había una vez una niña con ojos azules. A veces uno se lamenta por no nacer con ojos de colores y no comunes, pero no nos damos cuenta que hay visiones ambiguas y poco sensacionales que nos lleven a la profundidad del ser, y más allá de lo que es. De vez en cuando ella chilla, no sabe que decir con palabras, pero al mirarla sus ojos lo dicen todo: inocencia robada.

'Ojos azules' pasea siempre en la bicicleta en medio del bosque campero. Siempre espera que el atardecer luzca hermoso para fijarse de lo natural que es la vida. Ella no conoce la vida ciudadana. No. Nosotros queriendo ser de la sociedad consumista y con lágrimas de cocodrilos por nada. Ella llora porque a veces no tiene un pan con qué comer, trabaja para contribuir a los deberes de padre y madre, pero las situaciones son difíciles; hay que acoplarse y buscar soluciones.

La niña busca rosas, pero esas ramas nacieron con espinas. Ella no sabía qué hacer cada que se cortaba, aunque se lamentaba con un “¡ay, Dios mío!” sigue cultivando pétalos rojos que endulzan su sangre a momentos y tira los pétalos al río, para matar el tiempo. Robaba manzanas de los árboles, y los comía sin que la bruja apareciera y trepaba los ramos para hablar con pájaros y cantarse.

Érase un año donde llegó responsabilidad e hizo que ojos azules se transformara en mujer. Nadie sabía su nombre cuando llegó a la ciudad, ninguno había visto una piel tan blanca, cuerpo sutil, y una mirada que exhalaban ganas. Ella al atravesar esas largas calles, hacía que los semáforos que estaban en verde fuesen rojos al instante, habían mujeres que cacheteaban a sus novios por sólo mirar a ojos azules, otras la envidiaban y le tiraban unos cuantos “bullying” para subestimarla, y otras que lloraban con pataletas por no tener esa belleza exótica.

Y un día llegó un chico que probablemente se había robado su atención, su mirada no dejaban de espabilar de los nervios que ojos azules tenía al verlo. Él le preguntó: ¿Eres de mí?, ella no entendió y respondió: ¿Cómo que soy de ti? ¿Alguna vez he pertenecido a tu destino?, el chico no respondió, la dejó con un beso en la mejilla y ella cerró los ojos con una alegoría de sensaciones extrañas.

Todos los días se encontraban sin querer. Ella siempre que pensaba en él, él llegaba de causalidad; la casualidad no existe, todo tiene una causa, y probablemente su destino sea él. Se enamoraron, se soñaron e hicieron porquerías de gente cursi hasta que un día el chico decidió irse un instante dejándole una nota con lo siguiente: “Querida Ojos Azules, me encantan tus ojos azulados, y querré siempre estar a-su-lado, cuando llegue ya tu nombre me habré tatuado”.  Ojos azules a leer eso lloró, pero de amor al saber que los ojos de él ven más allá de aquellos ojos azules.

Venga, que usted será el que pondrá el fin a su modo.

-FIN -

Cuento realizado para la revista Antologías Internacional de Argentina. 
Derechos de autor, 2013.